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La historia de Jíbara chic
Todo lo que he vivido me llevó hasta aquí. El amor a Puerto Rico y sus campos empezó con mi papá, un cubano que hizo de Puerto Rico su casa y quien invirtió en las montañas de Cayey tiempo conmigo enseñándome el valor de los árboles y las montañas. Siendo adolescente, me prestaba su machete y me daba lecciones de guiar en las curvas de las montañas. Pasa el tiempo, él fallece, la montaña se vuelve un refugio. Estudio periodismo, me voy, vuelvo, estudio un doctorado en historia y ahí, conociendo en PR lo llego a amar. Entonces llegó el amigo café para las trasnochadas ajetreadas de estudio y trabajo.
La idea de emprendimiento volaba en mi cabeza y decía ¿por qué siempre resaltan al jíbaro y no la jíbara? ¿Por qué la flor en la cabeza como si fuera sólo linda, si trabajamos la tierra? Me enamoré del tema de la seguridad y soberanía alimentaria. Llevo 17 años de activista contra la violencia que se hace más latente cuando no sientes que tienes salida o dependes económicamente.
Amo ir al correo y recibir un paquete y me encantan los festivales por las cosas típicas. Pensé en hacer un café, se complicó hice productos con café y entonces dije y si junto todo, y si nos juntamos, y si nos apoyamos y si llevo el campo a la ciudad, el festival al correo; nos juntamos las mujeres y nos apoyamos las jíbaras.
¿Qué tal si nos mimamos, y si nos ponemos lindas, independientes, empresarias y solidarias pa nosotras? Siempre fui la orgullosa jíbara, con flor en el pelo pero también con pava y machete y ambas eres tú, somos todas. Soy, somos #jibarachic
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-Ada Alvarez Conde